domingo, 2 de febrero de 2014

Ojala decía, no te hubiera conocido nunca.

Ojala no te hubiera conocido nunca.


Ni hubiera ni hubiese.

Sacrificaría todos los buenos momentos.
Las noches inspiradas.
Las madrugadas de risas.
Las borracheras consentidas.
La vida que nos dejaba pasar, pasarnos de todos.
Mordernos hasta los dientes de ganas.

Ojala no te hubiera conocido nunca.
A cambio perdería todos los buenos momentos.
Tus puntos de humor.
Mis llantos.
Tus abrazos.
Tus abrazos…
Tus abrazos…

Las ganas de vernos.
Las que ahora tenemos.
Las que tengo y no quiero.

Ojala no hubiera existido ese mes.
Ni ese día.
Ni esa noche.
Ni ese lugar.

Ojala se hubiese pausado todo en aquella discusión.

Ojala no nos hubiéramos conocido nunca.
Perdiendo todos aquellos buenos momentos.
Los que no sabré compartir con ninguna otra, Ni conmigo siquiera.

Ni hubiera ni hubiese haberte dicho mi nombre, ni yo saber el tuyo completo.
Ni tus manías.
Ni tus sueños.

Aunque hubiera perdido en no conocer tu entorno.
Explayarme por tu terreno, por tu vida, tus conocidos.

Tú, no, ojala nunca.

Aunque a cambio hubiera perdido por no poder vivir esos buenos momentos.
Nuestras anécdotas.
Nuestras risas.
Mis llantos.
Los tuyos.
Nuestras ganas.

Ojala nunca.

Por qué olíamos a soledad y nos perfumábamos de nuestra mutua presencia.

Ojala mi vida, no te hubiera conocido nunca y así no estar hoy aquí echándote de menos.

Y no estar hoy aquí evitando verte.
Por miedo a perderme.
Por miedo a todo.
Por miedo a volver a vivir esos buenos momentos.

Mis ideas.
Tu apoyo.
Y acostumbrarme a eso.
A necesitar esos buenos momentos.


Ojala decía, no te hubiera conocido nunca.




Así no tendría ya ahora que volver a conocerme.



No hay comentarios:

Publicar un comentario