lunes, 21 de febrero de 2011

Carta a un Tercero


Hola Extraño,

Te escribo esta carta para que atreves de ti, estas letras lleguen a su corazón, al corazón donde aun yace el recuerdo que aquella luna que una noche le regale.

Por favor, deslízate hasta su pecho y susúrrale que su ausencia se siente como una tormenta donde no tengo brújula para guiar mi destino errante.

Cuéntale, que el roce de sus labios con los míos, hacen que sutilmente mi corazón lata desenfrenadamente , que su mirada es un sueño paralelo donde vuelo entre sus pestanas sin siquiera mover un dedo.

Cuéntale por favor que todo el mundo es capaz de mencionar mi nombre, pero solo ella tiene el poder de estremecer mi piel cuando sus labios lo susurran.

Querido extraño, no sabes que se siente tratar de sostener algo con todas tus fuerzas pero al mismo tiempo de la manera más disimulada posible y aun así sentir que se desliza entre tus dedos, sentir que esa sensación de ternura que siento cada vez que ella aparece como un antídoto para la rutina, puede desaparecer ya que mis labios no logran conjugar las palabras correctas para hacerle entender que, mi reto más grande no es superar un obstáculo junto a ella, No... El reto más grande que he aceptado es tener esta oportunidad de hacerla feliz y que nuestras imperfecciones se unan para crear algo perfectamente imperfecto.

Por eso te escribo esta carta, una poema que no tiene rima ni música, una carta hecha de palabras en silencio y miradas sin mirar.

Si, te escribo, ya que quizás atreves de ti, ella recuerde...

Recuerde que, nuestros momentos tienen un significado más profundo que nuestras peleas, tan profundo como mis sentimientos.

Recuerde que, para mí la belleza se define en su cuerpo, y la felicidad entre sus brazos.

Recuerde que, mis sueños nacen en nuestros encuentros fugases y que en esos momentos el mundo que gira alrededor de nosotros se diluye entre la unión de sus dedos y los míos.


Recuerde que, en momentos de furia y angustia, las palabras nunca son nuestros mejores amigos.

Recuerde que, el letargo entre cada uno de sus besos crea en mí, la espera mas desesperante.

Cuéntaselo querido extraño y puede que ella logre encontrar el camino de regreso a mí.

Cuéntaselo, y volverá... Quizás.

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